Piedad R. Ortíz
Los sistemas de pagos digitales facilitan la conversión de pagos para todas las transacciones que realizamos online. Para que este proceso sea optimo necesitamos que vaya de la mano con un sistema de seguridad y soporte igualmente óptimo.
Estamos en una era de cambios constantes y debemos adaptarnos. La revolución digital nos acerca y facilita todo nuestro entorno. En el tema de pagos, permite facilitar y automatizar todos nuestros movimientos monetarios.
Cada vez es más frecuente realizar compras por internet. El número de personas que usan plataformas digitales para adquirir bienes y servicios se ha incrementado un 23% de 2016 a 2019. A su vez las ventas electrónicas aumentaron un 50% para el mismo periodo. Si todo sigue con la misma tendencia, para 2022 las ventas electrónicas superaran a las ventas en puntos físicos.
Teniendo en cuenta lo anterior, es de esperar que este aumento del comercio genere expectativas en los consumidores relacionados con los estándares de seguridad que deben coexistir con los sistemas de pago, lo cual, representa un reto para el ecosistema Fintech.
Existen por supuesto en esta coyuntura algunos riesgos que deben considerarse. Al no estar la persona o la tarjeta presente en las transacciones digitales, se generan dos puntos clave donde la tecnología debe ser muy segura. El primer punto es la validación de la identidad, es decir autenticar que la persona que realiza la transacción es quien dice ser, y el segundo punto es evitar el hackeo de la transacción, es decir evitar la extracción de datos al momento de realizar la operación.
Para el caso de la autenticación, existen varias tecnologías que permiten reforzar la seguridad: se puede realizar la validación de la información a través de mensajes a su teléfono celular o mail (algo que tenga el usuario), otra forma de validación es con un cuestionario de preguntas adaptadas al usuario, y por supuesto, las formas de validación que están alcanzando una mayor aceptación y difusión: el reconocimiento facial y la comprobación digital u ocular.
Por el lado de la transacción, para garantizar la seguridad de la misma, el método de “tokenización” es el que más ha demostrado fiabilidad, ya que al asignar un número token a la transacción en vez de un número de tarjeta, no habrá riesgo de sufrir una extracción de datos si esta operación fuera interceptada.
Dentro de este espectro de alternativas, las tecnologías relacionadas con autenticación evolucionan a diario ahora con el uso de inteligencia artificial. Gracias al entorno mobile de los usuarios, se puede acceder a mucha información que ayude en la verificación, tales como patrones por usuario, forma de teclear o sostener el equipo mobile, entre otros elementos que contribuyen a reforzar la validación con un alto nivel de seguridad y practicidad.
Para implementar todo eso es necesario contar con estándares de seguridad en todas las partes del ecosistema de pagos y alto nivel de coordinación, es decir que la tecnología que se usa sea la misma en todo el ecosistema. Por ello es de gran importancia, no solo realizar actualizaciones de los sistemas y seguridad utilizados sino tratar de establecer una coordinación de los mismos en todo el ecosistema digital.
El entorno de pagos está evolucionando a gran velocidad. Para atraer al consumidor de hoy en día, las instituciones financieras tienen que comenzar por entender las oportunidades de pagos digitales, para estar preparadas para ofrecer una experiencia de pago fundamentalmente digital.